11.10.12

Fabricante de sonrisas

Los rayos de sol comenzaban a filtrarse entre las cortinas, mostrando el color pálido de aquellas antiguas sabanas de lino. Se dio media vuelta mientras su larga melena se esparcía por la cama y dibujaba un abanico dorado, mientras su ojo derecho luchaba por mantenerse abierto varios segundos seguidos. El despertador no había sonado, por lo que se apresuró a levantarse lo antes posible, aunque sus piernas eran incapaces de reaccionar. La noche anterior había sido muy dura, o al menos, eso era lo que creía recordar, pues todos los sucesos en su memoria se encontraban desordenados y poco nítidos. Se acercó a la mesita y vio sobre ella un sobre rojo, cuyo dorso estaba firmado por alguien que se hacía llamar el fabricante de sonrisas:

Una de las sensaciones más bonitas que alguien puede experimentar es la de felicidad. Todos los músculos de tu cuerpo se relajan, las preocupaciones desparecen y tu sonrisa abarca la gran parte de tu rostro. Te ayudar a olvidar, a crecer, a creer. Es un don que muy pocos poseen y sobretodo, un don que casi nadie comparte. Cuando se me ofreció la posibilidad de convertir los días tristes en otros más felices, no me paré a pensar. La gente sueña con poder ser médico, profesor, con ser alguien común y mediocre, y sin embargo, jamás se paran a pensar que lo que mueve el mundo son las sonrisas, la sensación de acabar el día y sentirte orgulloso de ti mismo, de saber que aquello por lo que te levantas todas las mañanas es algo por lo que vale la pena luchar día a día. Ayer volví a conseguir mi objetivo contigo, volví a hacer comprender a alguien que sonreír vale la pena, que hace los días más interesantes. Ayer volví a ser aquel fabricante de sonrisas de siempre quise ser...